El golpe del MNR-Radepa y los medios
El papel de radios y periódicos en la preparación de la revolución del 52
Hombre de mediana estatura, rostro carnoso y lampiño, tan lozano como el de un cadete, frente alta y ancha, con insinuación de calvicie en sus cabellos castaños, ojos verdes (…) Su mente afecta a las matemáticas aspiraba a traducir por ellas los problemas de la política (…) Su modesto origen no le causó complejo de inferioridad, pero era naturalmente tímido, sencillo, muy cuidadoso en la elección de sus decisiones”.
Así describe Augusto Céspedes, en El presidente colgado, a Gualberto Villarroel López (1908-1946), quien, junto a la logia Razón de Patria (Radepa) y al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), derrocó al gobierno de la “Rosca”, el 21 de diciembre de 1943.
“Villarroel fue el silencioso arquitecto del primer repunte revolucionario que se cumplió en diciembre del 43, a un año cabal de la matanza minera en los campos de María Barzola”, agregó Manuel Frontaura, en La revolución boliviana.
DIMISIÓN
Todo comenzó, según El Diario, a las dos de la madrugada, cuando la población fue sorprendida por el estallido de disparos y el “fuego de morteros” que retumbaron en las calles de La Paz. Tres horas después, un policía comunicó, mediante un “telefonema”, que el presidente Enrique Peñaranda (1940-1943) había sido apresado por elementos de la “Policía de Tráfico”.
Posesionados de las bocacalles del centro de la ciudad, los “varitas” (efectivos de tránsito) armados de fusiles impidieron el paso a la gente. A las 6 y 40, por las ondas de Radio Nacional, militantes del MNR anunciaron que “el general Peñaranda firmó su dimisión”.
En ese caldeado ambiente, de acuerdo a La Calle, el MNR ocupó la central telefónica y capturó al ministro de Defensa. Una patrulla llegó a La Razón “e intimó a que se entregara su director, Willy Gutiérrez”, quien fue conducido a su domicilio. Acto seguido, una multitud “vibrante de indignación y pletórica de cólera” llegó al edificio del matutino y “estuvo a punto de atacarlo”. Sin embargo, un grupo de movimientistas dirigidos por Hernán Siles evitaron el hecho.
CAUSAS
El golpe se dio en una coyuntura atiborrada de tensiones sociales. A 19 días del levantamiento del MNR-Radepa, el gobierno suspendió las elecciones municipales para el 1 de julio de 1944. La Calle, el 3 de diciembre, catalogó ese hecho como “un atentado contra la democracia y burla al país”.
El 4, un senador afín al gobierno aseguró que lo sucedido en el centro minero de Catavi, el 21 de diciembre de 1942, “no fue una masacre”. La declaración generó polémica. La Calle ironizó sobre la “inocencia” de dicha autoridad.
En esa misma jornada, el ministro de Gobierno, Pedro Zilvetti, a nombre del recién constituido “Consejo Supremo de Defensa Nacional”, dio a conocer a los periodistas las medidas restrictivas a los medios por el “Estado de Guerra” contra el Eje fascista, en medio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). “El Consejo me encargó notificar a la prensa que no podrá ocuparse de 1) la posición de Bolivia en el orden internacional; 2) cuestiones de orden militar, y 3) cuestiones obreras”.
Por si todo eso fuera poco, el 12 de diciembre, el Ministro de Hacienda, Luis Calvo, anunció, en El Diario, que “no habrá aguinaldo de Navidad para los empleados públicos”.
CENSURA
El 11 de diciembre se promulgó la “Ley de Seguridad del Estado”. El Diario informó que dicha norma incluyó “penas contra diversos delitos y restricciones a la libertad de prensa, medidas de prevención contra los súbditos de los países que firmaron el Pacto Tripartito (Alemania, Italia y Japón) y sanciones y procedimientos para su cumplimiento”.
LA RAZÓN, en su editorial Decreto de Seguridad comentó que “en manos de un gobierno arbitrario y torpe, tal norma constituiría una espada de Damocles, pendiente sobre la cabeza de todo ciudadano que no esté de acuerdo con la política oficial. Ahora, en cambio, con los hombres que rigen nuestros destinos, ese Decreto está muy lejos de significar un peligro”.
La censura se hizo realidad. El 15, el Club Alemán y el semanario Pregón fueron cerrados. El ministro Zilveti, en El Diario, justificó esas acciones: En el Club Alemán “se reunían ciudadanos bolivianos cuya filiación política es pro nazi” y en El Pregón se “insertaron artículos sobre cuestiones que afectan la defensa del país y otros de agitación”.
CANDADO
Dos días después, La Calle también fue clausurada, por tres meses. El Diario informó que el director de dicho rotativo, Armando Arce, “no recibió notificación escrita del cierre y que desconocía las razones que motivaron tal actitud del gobierno”.
Pasado el golpe, La Calle volvió a editarse. En su sección “Callejón Oscuro” afirmó que el gabinete estrenó su Decreto de Seguridad del Estado para poner candado al periódico durante tres meses” y “como testimonio de gratitud, nosotros, le hemos puesto en ataúd de gala y mausoleo, para ‘in eternum…’
” Agregó que el expresidente “Peñaranda salió rumbo a Arica sin su brillante y nutrido séquito”.
REVOLUCIÓN
El 21 de diciembre, a horas 15, fue posesionado el nuevo gabinete ministerial: Presidente, Mayor Gualberto Villarroel; Ministro de Relaciones Exteriores, José Tamayo; Ministro de Defensa, Mayor Celestino Pinto; Ministro de Gobierno, Mayor Alberto Taborga; Ministro de Hacienda, Víctor Paz Estenssoro; Ministro de Obras Públicas, Mayor Antonio Ponce; Ministro de Educación, Mayor Jorge Calero; Ministro de Agricultura, Carlos Montenegro; Ministro de Economía, Gustavo Chacón, y Ministro de Trabajo, Víctor Andrade.
Céspedes contó que, a pesar de que el 21 de diciembre no se derramó “ni una gota de sangre”, la “revolución” fue ensombrecida por las acciones de “saqueos de las casas de Peñaranda, Zilveti, y Espada”, que fueron cometidos por miembros del Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR) y el lumpen. Sumado a ello, varios presos políticos sufrieron “sevicias” en la cárcel pública. Esos y otros actos, luego, fueron distorsionados y calificados en libros y periódicos liberales como “métodos de la Gestapo Nazi”.
El 21 de julio de 1946, la Rosca retomó el poder con el dantesco asesinato de Villarroel y el cierre de LaCalle. Pero, la revolución social ya estaba en marcha.
(*) Grecia Gonzales Oruño es comunicadora social