Delivery: historias de ruedas en la crisis
Servicios. Pavel Quenta y Mario Cantarin descubrieron cómo hacerle frente a los efectos económicos de la pandemia
Entre marzo y julio, la pandemia del coronavirus generó una ola de desempleo en el país por el cierre o la falta de liquidez en empresas. En medio de la emergencia sanitaria, centenares de desocupados encontraron una fuente de ingresos en los servicios de entrega a domicilio.
Al séptimo mes del año, el desempleo en el territorio nacional alcanzó el 11,8%, según los resultados de la “Encuesta Continua de Empleo” del Instituto Nacional de Estadística (INE). El crecimiento de la desocupación es una consecuencia directa de la crisis económica ocasionada por la emergencia sanitaria y la paralización de actividades económicas.
Al menos 289.000 personas quedaron cesantes durante las cuarentenas aplicadas en el país. El sentido de oportunidad y las necesidades financieras obligaron a los desocupados a buscar otra fuente de ingresos, como las entregas a domicilio “moto delivery”, desafiando a la crisis.
Aprovechando el surgimiento de compañías de servicios de este tipo en La Paz, Pavel Quenta, luego de ser despedido de una librería, decidió asumir el reto. “No había recursos económicos en la familia, los trabajos se cerraron y tenía la obligación de buscar otro emprendimiento, no quedarme con los brazos caídos, menos frustrarme, de tal manera que vi este trabajo de entregas rápidas”, relata a La Razón.
SOSTENIBLE
Pese a las inclemencias del tiempo, el miedo al contagio de la enfermedad y a los accidentes de tránsito, este trabajador efectuaba entre 10 y 15 carreras por día durante la etapa del confinamiento, logrando reunir hasta Bs 200 por jornada, lo cual le permitió ahorrar y comprarse a crédito su propia herramienta de trabajo: una motocicleta valuada en $us 2.000.
“Hasta ahora salgo con temor de contagiar a mi familia, pero hay que seguir trabajando para salir de la crisis. Trabajar en el delivery es un sustento muy favorable. No es de gran magnitud lo que se gana, pero es sostenible para la familia, y eso es importante”, asegura Quenta.
Al incrementarse la demanda de servicios de entrega a domicilio en barrios de la urbe paceña, en particular en la zona Sur se constituyeron micros y pequeñas empresas de delivery, ofreciendo oportunidades laborales a desempleados. Tal es el caso de Mario Cantarin, un artista que debido a la recesión económica dejó sus instrumentos musicales y desempolvó su vieja moto para dedicarse a un nuevo desafío.
“Soy artista, saqué el dinero de mis ahorros y quedé en cero. Tengo la moto desde hace varios años y quién iba a saber que me daría de comer, porque la compré para pasear”, comenta. Durante el confinamiento vio crecer a varias compañías del rubro y mejorar las condiciones de vida de sus compañeros.
“Durante la cuarentena llegamos a tener ganancias de entre Bs 300 y Bs 400 por día, y por mes llegamos hasta Bs 6.000”, confiesa este “moto delivery” que va venciendo los efectos de la crisis en dos ruedas.
En Bolivia, se estima que operan 49 startupsen el sector de logística (delivery y transporte). Estos emprendimientos con base tecnológica se concentran en Santa Cruz y La Paz, principalmente, de acuerdo con el “Mapeo del Ecosistema de Tecnología Digital en Bolivia 2020”, desarrollado en el primer semestre de esta gestión por las fundaciones FundaPró, Solydes, Emprender Futuro y Prólogo BIM Asset Management. Sin duda, un rubro de esperanzas.
Reto
Pavel Quenta fue despedido de una librería y descubrió otro oficio.
‘Es cansador trabajar bajo las inclemencias del tiempo, como el frío, la lluvia y el sol, y además estar expuesto a algunos accidentes de tránsito, que gracias Dios no los he tenido, pero sí fui testigo de varios accidentes, y terribles, de mis compañeros; pero bueno, hay que seguir luchando para sobresalir y superar esta crisis’.
Sustento
Mario Cantarin, músico que encontró otra fuente de ingresos.
‘Me quedé sin trabajo. Nadie estaba preparado para una cuarentena así tan larga y sin aviso. En este trabajo, muchos de mis compañeros comenzaron alquilándose motos y, como avanzaba el negocio, lograron comprarse sus vehículos de dos ruedas. Jamás imaginé que esta moto me daría de comer en la crisis que ahora vivimos’.